La guerra de Bush continúa. Se le podrá llamar "insurgencia", "resistencia", "terrorismo"..., pero ahí está. Usar un término u otro no es indiferente, las palabras hablan por nosotros aunque no queramos y siempre dicen más de lo que parecen decir.
Yo no sé si el lenguaje, como decía Roland Barthes, es fascista, pero creo que algo de razón llevaba. El lenguaje es poder y la clase dominante lo sabe. Manipulación y dominio es su valor principal, la comunicación es secundaria.
La guerra en Irak suma y sigue, como el cuento de nunca acabar. Palabras, imágenes, huellas... todo es signo, todo significa, en esto también acertó plenamente el genial semiólogo francés.
Los caníbales siguen ofreciéndole al dios de la guerra su ración diaria de sangre, como si el sacrificio de vidas humanas fuera a aplacar su cólera.
sábado, marzo 12, 2005
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